viernes, 8 de febrero de 2013

El miedo...que paraliza.


El miedo es algo que parece estar grabado en nuestra memoria colectiva, que se transmite de generación en generación.
Tememos al juicio divino, a la muerte, a lo desconocido, a la enfermedad, a los accidentes, a la gente, a volar, a los animales, a la oscuridad, a los ruidos, a la noche, a las catástrofes, al futuro, a lo que pueda pasar, a nosotros mismos, e incluso a algo tan divertido como hablar en público; a vivir, en general.

También hay mucha gente que tiene miedo al rechazo, miedo al ridículo, miedo a cambiar, miedo a arriesgarse, miedo a equivocarse, miedo a que no les quieran, miedo a ser diferentes, miedo al abandono, miedo a la soledad, miedo a expresar sus sentimientos, miedo al qué dirán los demás, miedo a la propia libertad, miedo a su propio poder, y toda una panoplia de miedos digna del mejor coleccionista. Tenemos tantos miedos que, en lugar de enfrentarnos a ellos como a algo vergonzoso e indigno de un ser humano inteligente, responsable y potente, lo aceptamos y toleramos como algo natural inherente a nuestra "débil condición humana" y elegimos protegernos inventando las Compañías de Seguros, la Seguridad Social, el Ejército, las armas, las bombas nucleares y otras bellezas por el estilo.

¿Se ha molestado alguien en calcular cuántos miles  nos cuestan nuestros miedos? En lugar de potenciar nuestra formación humanista, nuestra seguridad interior, nuestra autoestima, nuestros valores, nuestra fuerza y nuestro poder, nuestra responsabilidad y nuestra independencia, lo cual es gratis y lo llevamos dentro, invertimos cantidades exorbitantes de recursos materiales en administrar nuestros miedos mentales, mientras la mitad de la humanidad está muriendo de hambre. Realmente bochornoso.

Según Ralph W. Emerson "El temor nace siempre de la ignorancia”. Y volvemos a lo mismo; si desde nuestra  infancia se nos educara para potenciar todos nuestros recursos internos, ser libres y ser responsables, tampoco se nos podría manipular ni controlar porque entonces seríamos libres, potentes e independientes y no podrían hacernos comulgar con migajas de pan. Por lo visto, eso no interesa.
Desde un punto de vista económico, lo lógico sería lo contrario de lo que vienen haciendo nuestros gobiernos: invertir una parte de ese dineral en trabajar "a priori", justo al revés de como se viene haciendo. Primero, preparación y educación adecuada a los padres, claro está, y luego a todo el personal educativo, para que las próximas generaciones fuesen potentes, preparadas y libres. Libres de limitaciones, libres de miedos, libres de temores innecesarios que, para mí, no tienen ningún fundamento físico, sólo mental.
Por eso entiendo de que siempre y para todo remedio, la mejor inversión es la educación.

D/o R.C.A.

No hay comentarios: