jueves, 16 de diciembre de 2010

“Angeles Asesinos”


En días pasados, presencié una escena que hacia años no contemplaba. Un niño jugando en la calle con un arma de fuego tan real, que en verdad me asustó.
El niño de algunos 6 ó 7 años, me apuntó con el arma y apretó el gatillo, haciendo el ¡boom! del disparo; que afortunadamente para mí, era solo parte de su fantasía.
Mi primera reacción fue hacerme cómplice de su jugada y fingí que me había herido, lo cual despertó en el niño la más sórdida carcajada que le pudiera escuchar a un infante.
Fue un momento imaginario en que preferí ser parte de su juego y no de su frustración. Pero en otro orden llegó mi segunda reacción, y  fue mirar mal al padre que lo acompañaba, (por que según mi marido sé poner muy bien mi cara de “pocos amigos”), lo que hizo que el señor se diera cuenta de mi desagrado ante el juguete.

Pasado el momento, critiqué severamente el hecho de que a estas alturas aun haya padres que compren pistolas a sus hijos y recuerdo que cuando niña, era muy recurrente ver entre los regalos de navidad o reyes de amigos y primos, las famosas armas que detonaban las más trilladas aventuras de policías y ladrones. Pero también sé que cada año que pasa más niños y adolescentes son portadores de armas,  y más personas mueren  a mano de los delincuentes juveniles, que parecen pasar de la ilusión a la realidad con una facilidad impresionante.

Después de pensar en todo esto me di cuenta de que no se educa lo suficiente para dejar de promover y fabricar estos juegos, que están presentes tanto en la ficción de las películas donde vemos a “los niños de las guerrillas” desde los 6 y 8 años cargando fusiles y escopetas; como en la fantasía del que aun juega a ser el “Llanero Solitario”. Sé que no todo el que empuñe un arma de juego será un criminal, pero definitivamente sí el que navegue a través de un libro o aprenda a tocar un instrumento musical, será mejor persona y profesional.
Así que en esta navidad, dejemos que nuestros Ángeles surquen el infinito de sus fértiles mentes sobre páginas de ensueño. Regala un libro en vez de un juguete que represente violencia. Nuestra nación necesita educación, y no más Ángeles que aspiren a ser asesinos. 

Raquel Cabrera